¡El que sea valiente que me siga!
Guerra civil española. Barbastro, un pequeño pueblo del norte. 51 seminaristas claretianos. Encarcelados. Ejecutados. Eliminados.
¿Punto para la España anticlerical?
Podría haberse quedado en eso. Unas palabras que informan de un hecho como otro cualquiera ocurrido en tiempos de guerra. Pero entonces, ¿qué hace de esos muertos algo distinto?
Es sencillo. Detrás de aquellos fusilamientos no existe un complot ni tan siquiera una inclinación política... simplemente un gran Amor.
A ese medio centenar de jóvenes se les presentó dos opciones: renegar de su fe y vivir o morir .
Y, claro, en este momento hasta yo podría dar el paso y con valentía entregar mi vida. Pero a la hora de la verdad, ¿quién se mantendrá firme?¿Quién tendrá la fortaleza de defender aquello en lo que cree?
Ellos la tuvieron.
Eligieron ser mártires. Eligieron el sufrimiento. Pero supieron ver en su dolor, caricias cariñosas de Dios desde el cielo.
Las dudas les acecharían pero habían construido su vida sobre roca y tenían con ellos al Rey entre reyes: la victoria estaba asegurada.
Y triunfaron.
Con una sonrisa subieron al cielo.
Porque como a Bernardette la Virgen de Lourdes, los seminaristas claretianos recibieron una promesa de felicidad, no para este mundo, sino para el otro.
Punto para la España católica.
"Soy Tu soldado, siempre a Tu lado yo he de luchar. Contigo siempre y hasta que muera una bandera y un ideal. Por ti, Rey mío, la sangre dar"
¿Punto para la España anticlerical?
Podría haberse quedado en eso. Unas palabras que informan de un hecho como otro cualquiera ocurrido en tiempos de guerra. Pero entonces, ¿qué hace de esos muertos algo distinto?
Es sencillo. Detrás de aquellos fusilamientos no existe un complot ni tan siquiera una inclinación política... simplemente un gran Amor.
A ese medio centenar de jóvenes se les presentó dos opciones: renegar de su fe y vivir o morir .
Y, claro, en este momento hasta yo podría dar el paso y con valentía entregar mi vida. Pero a la hora de la verdad, ¿quién se mantendrá firme?¿Quién tendrá la fortaleza de defender aquello en lo que cree?
Ellos la tuvieron.
Eligieron ser mártires. Eligieron el sufrimiento. Pero supieron ver en su dolor, caricias cariñosas de Dios desde el cielo.
Las dudas les acecharían pero habían construido su vida sobre roca y tenían con ellos al Rey entre reyes: la victoria estaba asegurada.
Y triunfaron.
Con una sonrisa subieron al cielo.
Porque como a Bernardette la Virgen de Lourdes, los seminaristas claretianos recibieron una promesa de felicidad, no para este mundo, sino para el otro.
Punto para la España católica.
"Soy Tu soldado, siempre a Tu lado yo he de luchar. Contigo siempre y hasta que muera una bandera y un ideal. Por ti, Rey mío, la sangre dar"
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha parecido precioso Marta, ¿qué valientes verdad? Gracias por este artículo porque de verdad te hace pensar y a la vez sentirte orgullosa de nuestros mártires!
ResponderEliminarUn beso grandote
Carmen
Gracias Carmen! Todos nos tenemos que ganar el cielo. Menudo testimonio el suyo :)
EliminarUn abrazo fueerte
Marta.
Si por decir una verdad
ResponderEliminarhan de matarme
las hijas,
han de violarme
la mujer,
han de derribar
la casa
donde vivo;
si por decir una verdad
han de cortarme
la mano
con que escribo,
la lengua
con que canto;
si por decir una verdad
han de borrar
mi nombre
de las páginas de oro
de la literatura vasca,
en ningún momento,
de ninguna manera,
en ningún lugar
podrán
acallarme.
(Gabriel Aresti)