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Mostrando entradas de julio, 2011

¡MENUDA BROMA!

La semana pasada estuve de campamento, y algo que merece la pena contar es lo que nos ocurrió el día que salimos de marcha a la montaña. Salimos todos juntos cantando, y el grupo de los mayores cargados con nuestro saco, puesto que íbamos a hacer el vivac: es decir, a dormir en plena montaña. Cuando llegamos a la falda de la montaña, donde empezaba el bosque, vimos una casa muy extraña. Tenía las persianas negras, al igual que las puertas; el tejado era también de ese color. La fachada principal estaba adornada con unas pinturas bastante terroríficas. En el friso estaba representada un águila matando un ratón; a los lados estaban dibujados unos rostros de mujer llenos de lágrimas, y, en la parte central un porche desde el que se veía un templo. Alguien dijo algo de una secta satánica, pero nadie le dio importancia y continuamos el camino. Más adelante nos separamos en dos grupos, los pequeños se quedaron en un riachuelo mientras los mayores seguimos el camino montaña arriba. Cua

Flashmob en Toledo

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El pasado 22 de junio, los alumnos del primero, segundo y tercer ciclo de secundaria del colegio Nuestra Señora de los Infantes realizamos un baile en la plaza de Zocodover y en la del Ayuntamiento. Aquí os dejo los vídeos, que también pueden verse en youtube.                                         

La perdiz herida

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Recuerdo un día que mis hermanos y yo fuimos al parque de Los Pinos con mi padre. El más pequeño practicaba con la bicicleta, mientras los demás jugábamos en los columpios. De pronto, vimos cómo un bulto se colaba por la valla desde la carretera. A paso rápido se fue acercando, y fue entonces cuando distinguimos que era una perdiz. Pasó por delante de nosotros y vimos que estaba herida "de muerte", según alguien añadió. Mis hermanos, viendo que estando el animal herido tendrían más posibilidades de cazarla: se lanzaron en su persecución. ¡Cómo corría la perdiz! Subía la pendiente con mis hermanos detrás; con ellos aún tras ella empezaba la bajada y aterrizaba rodando en el suelo. Con mucha paciencia y carrera, conseguimos llevarla hasta el arenal de unos columpios mientras, oíamos a lo lejos disparos. En la finca que estaba al otro lado de la carretera estaban de caza, de allí, supusimos que venía aquel animal. Ya en el arenal, tras la larga huida, la perdiz no podía más. H