Los inescrutables caminos del Señor...
Un día, como otro cualquiera, un tren rumbo a Galicia sale de Madrid. Cientos de planes e ilusiones en los vagones. Y el exceso de velocidad en una curva truncó de golpe todo. "¡Santiago y cierra, España!" El grito de guerra de antaño resurgió y de una manera u otra, puso en marcha a todo un ejército español. Vecinos anónimos, reparo y asco a un lado, se lanzaron a ayudar. Bomberos en huelga se pusieron manos a la obra sin dudar. Médicos fuera de servicio acudieron sin ser llamados. Miles de donantes aportaron su granito de arena. La magnitud de la tragedia era desconocida. Las víctimas mortales iban en aumento. Un infierno para tantas madres, hijos, hermanos, amigos... "Pero de aquel día y hora nadie sabe..." (Mateo 24:36) ¿Acaso alguno de los que se montaron en aquel tren sabía lo que iba a ocurrir? ¿A alguno se le ocurrió pensar que sería la última vez que se despediría de aquel amigo? ¿La última vez que veía sonreír a su hijo? ¿La última vez que disc...