Carta de Dios
Esta mañana te has levantado y no me has saludado. Esperaba que me hablaras, que me dijeras algo o preguntaras mi opinión sobre algo que te hubiese ocurrido ayer. Pero noté que estabas muy ocupado eligiendo la ropa para ir a trabajar. Después corrías por la casa arreglándote y yo seguía esperando a que te parases un momento para decirme “Hola”, pero estabas en otras cosas. Por eso, encendí el cielo para ti y lo llené de colores y dulces cantos de pájaros, pero tú ni siquiera te diste cuenta. Te observé mientras ibas al trabajo y esperé pacientemente. Con todas tus actividades supuse que estabas demasiado atareado para dedicarme unos minutos. De vuelta a casa te rocié con agua para que se llevara tu estrés, pensaba en agradarte para que pensaras en mí pero te enfadaste y ofendiste mi nombre. Cuando llegaste a casa encendiste la televisión, esperé pacientemente a que terminaras de cenar, pero te olvidaste de nuevo de hablar conmigo. Te noté cansado y entendí tu silencio, por eso o...