Año nuevo, entrada nueva
Estas Navidades las he pasado en casa. Tenía muchas expectativas puestas en estos días, y, aunque las cosas no han salido como esperaba, tampoco me puedo quejar. Me he fijado en que, de verdad, no quiero crecer. No quiero que nadie crezca a mi alrededor. Me gustaría volver atrás en el tiempo y que el reloj se parase para no avanzar más. Y, sobre todo, querría que todos volviésemos a ser niños en Navidad. Todo era tan distinto cuando éramos pequeños... Los móviles han sustituido a los juegos de mesa: ahora hay menos risas y, sin embargo, muchas sonrisitas a la pantalla; ahora hay ratos largos de silencio... y, eso no era antes así. "Las cosas cambian" sí, pero algunas no deberían cambiar nunca. Por ejemplo, el espíritu navideño que se tenía de niño, el poner el árbol y el belén en familia, el reconocer el héroe que hay en tus padres como hacías en la niñez, el escuchar a los mayores, el esperar a los Reyes Magos, el saber perdonar... Me duele ver a la gente perdi