¡MENUDA BROMA!
La semana pasada estuve de campamento, y algo que merece la pena contar es lo que nos ocurrió el día que salimos de marcha a la montaña. Salimos todos juntos cantando, y el grupo de los mayores cargados con nuestro saco, puesto que íbamos a hacer el vivac: es decir, a dormir en plena montaña. Cuando llegamos a la falda de la montaña, donde empezaba el bosque, vimos una casa muy extraña. Tenía las persianas negras, al igual que las puertas; el tejado era también de ese color. La fachada principal estaba adornada con unas pinturas bastante terroríficas. En el friso estaba representada un águila matando un ratón; a los lados estaban dibujados unos rostros de mujer llenos de lágrimas, y, en la parte central un porche desde el que se veía un templo. Alguien dijo algo de una secta satánica, pero nadie le dio importancia y continuamos el camino. Más adelante nos separamos en dos grupos, los pequeños se quedaron en un riachuelo mientras los mayores seguimos el camino montaña arriba. Cua